Gracias a la combinación única de propiedades, como su función de barrera protectora, su flexibilidad y volubilidad, el papel de aluminio ha sido reconocido, a lo largo de las décadas de este siglo, como un material indispensable para multitud de aplicaciones de packaging, por ejemplo, en los envases de yogur, en los envoltorios para chocolatinas o en las bandejas para la comida rápida. Recientemente, ha cumplido 100 años de historia.
El presidente de la EAFA (European Aluminium Foil Association), François Coeffic, comenta que la industria del papel de aluminio representa, en este nuevo milenio, la innovación, el ingenio y las soluciones de alta tecnología, protegiendo al consumidor y fomentando los recursos eficientes para la fabricación de sus productos.
“Podemos estar realmente orgullosos de nuestros logros en la producción de papel de aluminio, un material multifuncional, moderno y tecnológicamente sofisticado, cuyo uso se ha extendido hoy en todos los hogares y en multitud de mercados industriales”, afirma Coeffic.
El presidente de la EAA (European Aluminium Association), John Gardner, ha insistido en que la eficiencia de los recursos es hoy de vital importancia en la producción. En términos ecológicos y de ahorro de energía, la industria contribuye a la reducción del consumo de combustible y de la emisión de gases contaminantes en el transporte del material.
Asimismo, la capacidad de fabricar packs de proporciones más pequeñas ayuda a evitar el deterioro de los alimentos y las bebidas.
Actualmente, las aplicaciones del papel de aluminio gozan de la simpatía de los consumidores. El empleo de este material se caracteriza por una gran variedad de fines: en los cartones de bebida, envoltorios, tapas, botellas, etc. Además, nuevos usos están en proyecto.
El papel de aluminio puede reciclarse al 100% y las modernas técnicas de separación permiten que la labor de reciclaje requiera tan solo de una pequeña fracción de la energía necesaria en el proceso de producción original. Asimismo, las delgadas láminas de papel de aluminio pueden ser incineradas recuperando la energía que genera el proceso.
El papel de aluminio tiene, hoy en día, protagonismo en la vida cotidiana por el extendido uso que se le da en industrias como la farmacéutica, la alimentación o la cosmética.
100 años de historia
Desde su creación en 1910, cuando Robert Victor Neher lo patentó, el papel de aluminio se ha ido extendiendo por un sinfín de mercados e industrias. En 1920, una de sus primeras aplicaciones fue para envolver chocolatinas y para proteger los productos lácteos. Diez años más tarde se consideraba ya como la forma más económica para mantener los productos frescos en todos los hogares.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el sector del papel de aluminio sufrió un crecimiento espectacular, pues su producción se cuadruplicó, llegando a las 280.000 toneladas entre 1950 y 1960.
Al mismo tiempo, se incrementó tanto la anchura como la longitud de los rollos del papel, lo que, a su vez, hizo aumentar la demanda del producto.
Con la expansión de los rollos de papel de aluminio por toda Europa, en 1978 llegaron, también, los envases de cartón y el uso de láminas mixtas, fabricadas con aluminio y plástico, para los envoltorios de las aspirinas efervescentes. El papel de aluminio fue conquistando más y más mercados.
A finales de la década de los noventa, el papel de aluminio se aceptó como el material más innovador para todo tipo de envases, dando lugar a eslóganes como “Conserva la frescura” utilizados por las marcas.
El papel de aluminio fue también responsable del crecimiento de un nuevo mercado, el de la comida “gourmet” para mascotas y permitió la creación de los sistemas de apertura fácil en los envases.
A partir del año 2000 otro éxito clave para la industria fue la ligereza del peso del material, que consiguió ahorrar un 30% de la cantidad necesaria para fabricar los envases, lo que ha derivado en un crecimiento en la aplicación eficiente de los recursos.